El economista Diego Dequino trazó un diagnóstico severo sobre el presente económico argentino: la debilidad política del Gobierno se transformó en un factor determinante que condiciona toda posibilidad de gestión eficaz. Según su análisis, el oficialismo enfrenta una crisis mayormente autoinfligida, con errores estratégicos que complican el frente cambiario, fiscal y financiero.
«Es muy difícil. El Gobierno para mí cometió dos errores autoinfligidos, que es algo diferencial respecto de otros momentos de crisis. No es 2008 ni 2018: esta vez no hay un shock externo, los problemas son internos«, sostuvo en su paso por el programa Punto y Aparte.
Dequino describió lo ocurrido tras las elecciones como un «tsunami de 30 metros de altura» en el plano político, con consecuencias inevitables en la economía real. «Si no hay un cambio en el plan de respuesta, la situación va a ir progresivamente empeorando», advierte.
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En el corto plazo, señaló dos riesgos inmediatos: las licitaciones del Tesoro —donde el Estado deberá convalidar tasas muy altas para evitar que los pesos queden sin destino— y la tensión en la cotización del dólar, con la posibilidad de que «orille la banda superior». Dequino dudó que el FMI acompañe al Banco Central si decide vender reservas masivamente para contener esa presión.
Errores que alimentan la fragilidad
Entre los fallos más graves, el economista mencionó la negativa oficial a acumular dólares en un contexto favorable: «Se encaprichó en no atesorar cuando tenía condiciones de superávit fiscal. Es como no ahorrar en épocas de vacas gordas«.
También cuestionó la decisión de desarmar las LELIQ sin ofrecer un instrumento alternativo para los bancos. «Hace 40 días se interrumpió un flujo de crédito que era un salvavidas para la clase media. Fue un capricho de pizarrón que no cumplió con la promesa de aniquilar la inflación», explicó.
Dequino valoró que la administración lograra apagar el riesgo hiperinflacionario en 2024 con un «sprint» inicial, pero criticó la falta de visión de largo plazo: «Lo consiguió, la gente acompañó hasta septiembre. Pero lo que no entendieron es que lo que empezaba era una carrera de resistencia, y eso requiere otra preparación, otra cabeza».
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En esa línea, calificó como un error la política fiscal y tributaria. «Eliminar el impuesto PAIS y dejar las retenciones fue un desatino. Debería haber sido al revés: reducir a la mitad las retenciones, lo que era fiscalmente equivalente, y mantener el impuesto PAIS para evitar el lío cambiario actual».
Un atraso cambiario del 20%
El atraso cambiario es otro de los puntos críticos. Dequino lo midió con una comparación: «En marzo de 2016, el dólar estaba a $14,58 y la UVA a $14,05. Hoy la UVA está en $1.580. Si el dólar hubiera seguido la misma actualización debería estar arriba de $1.600. Eso muestra un retraso del 18-20% respecto de la inflación».
Para el economista, esta distorsión es parte de un mercado «sobreintervenido», al igual que salarios y tarifas, lo que desdibuja los precios relativos de la economía.
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Como medidas urgentes, Dequino planteó restablecer mecanismos de liquidez para los bancos, bajar encajes, retirar al Tesoro de la política monetaria y permitir que el Banco Central retome su rol cambiario. «El atraso no se resuelve con una devaluación sin antes arreglar las reservas. Con volumen, el BCRA podría acumular rápidamente si se liberan las bandas», sugirió.
Falta de renovación y enojo presidencial
El diagnóstico final de Dequino no es solo técnico sino político: «No hay un solo refresh en el equipo de diálogo institucional, son siempre las mismas caras. Y como decía Einstein: si uno hace siempre lo mismo, no puede pedir resultados diferentes».
El economista advirtió además sobre el riesgo de un presidente enojado con la sociedad: «Eso ya lo vimos con Macri y Cavallo. El presidente debe ser de todos los argentinos, no solo de quienes lo votaron«.