Con apelaciones a la celebración de este lunes del Pesaj, con la que reivindicó el «esfuerzo heroico de los argentinos» que atraviesan «el desierto en busca de la tierra prometida», Javier Milei pronunció esta noche un discurso en cadena nacional en el que confirmó la continuidad el ordenamiento de las cuentas públicas como único camino para sacar de la pobreza «al 60%» la población. «Se terminó el Estado presente», enfatizó, en alusión a uno de los slogans del kirchnerismo.
El jefe de Estado grabó un mensaje de tan sólo 16 minutos este lunes por la tarde en Casa Rosada en el que ponderó el superávit fiscal del 0,2% logrado durante el primer trimestre pero también buscó cimentar la idea que el denominado «plan de estabilización de shock» tiene «más motosierra que de licuadora«, es decir, que afectaría más a la «casta» política que a la gente. Incluso adujo que el ajuste sobre los jubilados ha sido del 0,4% y en contraposición, la contracción de la inversión en obra pública, a la que asimiló a la corrupción de la clase política, fue del 87%.
La puesta en escena fue calculada: al igual que en el mensaje emitido en diciembre para anunciar el mega DNU, el jefe de Estado utilizó el Salón Blanco donde estuvo acompañado por un grupo de colaboradores. Esta vez formaron parte de la emisión el ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili y su vice, Vladimir Werning.
Es que el Presidente ponderó el accionar de los integrantes del equipo económico, a los que calificó de «patriotas». El mensaje fue claro: confirmar el rumbo frente a las críticas vertidas por economistas de distintas orientaciones, incluso de ex-aliados como Carlos Rodríguez, y al mismo tiempo dar un mensaje de certidumbre a la sociedad. “Entiendo que la situación que estamos viviendo es dura, ya hemos recorrido la mitad del camino. Esta vez el esfuerzo va a valer la pena”, indicó.
Luego trazó un pormenorizado balance de la herencia recibida: «Teníamos un déficit de 5 puntos del producto en el Tesoro y un déficit financiero de otros 10 y una una brecha cambiaria de casi 200%», esbozó y enfatizó que «tomamos el toro por las astas» para eliminar el déficit fiscal. «Anunciamos que con nosotros se acababa la emisión monetaria y la inflación», sostuvo.
El Presidente, además, pareció emular una estrategia del kirchnerismo, la de la construcción «de un enemigo» que intentaría hacer fracasar su plan para devolver a la Argentina un rumbo de crecimiento. Así, reivindicó las buenas noticias de la macro que echaron por tierra los pronósticos «de los economistas tribuneros, del periodismo y de la mayor parte del establishment».
Con cifras, intentó contrarrestar las críticas por los efectos del ajuste y la recesión: una notoria caída del consumo y una fuerte retracción de la actividad. Finalmente no hubo anuncios sobre la forma en que propondrá la salida del cepo o un programa de aliento al consumo, por caso.
En el segmento en el que intentó sembrar esperanza, auguró que el crecimiento de la economía vendría por una «combinación» en sectores «como la minería o el campo junto a la recomposición de los salarios reales que hoy ha empezado a tomar lugar de la mano de una menor inflación». Esta última apreciación contradice los relevamientos de las principales consultoras, que observan un derrumbe de los ingresos. Como en los años ´90 y en la primera etapa del macrismo en el poder, Milei insistió en que «la salida vendrá de la mano de la inversión y el crédito».
Además, el mandatario volvió a cuestionar a la política y se mostró esperanzado en poder dar mayores señales de certidumbre al mercado si es «que el Congreso nos acompaña en el programa de reformas estructurales», como la Ley Bases que empezaría a debatirse en los próximos días.
Como en otras oportunidades, intentó defenderse del costo social del ajuste con las políticas activas de Capital Humano. «Hemos aumentado un 500% el plan de los primeros mil días, un 311% la ayuda escolar llevándola a $70 mil, duplicamos la Tarjeta Alimentar, subimos un 77% la ayuda para comedores», enumeró. Sin embargo, en su discurso reconoció que hoy la pobreza alcanza la 60% de los argentinos, vale decir, casi 10 puntos más que la que le habría legado la anterior administración
El Presidente había aprovechado el fin de semana para redactar el discurso en Olivos en compañía de su hermana Karina. Para el montaje del mismo contó con el asesoramiento del documentalista Santiago Oria, que participó de la grabación, y tiene oficinas en el segundo piso de Casa Rosada.
Fue, a la postre, la tercer cadena nacional del jefe de Estado por fuera de los mensajes grabados previstos por ley -como la asunción presidencial o la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso-, en los casi cinco meses de administración libertaria.