Durante el último año el dengue salió del foco de atención y preocupación sanitaria porque prácticamente no hubo mosquitos y, en consecuencia, casi no hubo casos. El balance de cierre de temporada del Ministerio de Salud de la Nación reportó apenas 17.964 contagios confirmados en todo el país, contra los 556.820 sufridos el año anterior (2023-24). Es decir, la temporada 2024-25 representó el 3,2 por ciento de su predecesora. ¿Qué significa eso de cara al futuro? Lamentablemente poco.
El comportamiento epidemiológico post pandemia de Covid se volvió algo errático. Hubo dos temporadas consecutivas explosivas, que rompieron la lógica histórica que indicaba que los picos fuertes ocurrían cada tres años. Lo que pueda pasar a partir de esta primavera, de cara al verano, estará muy vinculado a lo exitoso que haya sido el descacharrado preventivo y a las condiciones climáticas de los próximos meses.
La buena noticia de estas últimas horas es que en la Ciudad de Buenos Aires la gente ya puede vacunarse gratis hasta los 59 años. Como se recordará, cuando se lanzó la campaña pública hacia fines de 2024 la primera población objetivo fueron los adolescentes de entre 15 y 19 años. Luego, en febrero de 2025 el target se amplió hasta los 39 años. Ahora se ha llegado al límite de edad convalidado por la ANMAT.
La administración porteña decidió así fijar la misma pauta dispuesta hace unos días por la provincia de Buenos Aires cuando lanzó su campaña. Allí se anunció la compra de 500 mil dosis para la presente temporada. Al respecto, en la Ciudad aseguran que por ahora tienen stock que les quedó de la última compra. Esa disponibilidad actual ha permitido abrir más el grifo etario de la inmunización, por lo que los interesados ya pueden pedir un turno.
“La realidad es que cuando comenzó la campaña hubo bastante interés, pero luego la demanda decayó de la mano de una temporada de dengue muy tranquila. La gente dejó de percibir el contagio como un peligro y eso hizo que quedaran vacunas que ahora podrán ser utilizadas ya en edades más avanzadas”, dijo una fuente oficial porteña ante la consulta de Clarín.
Para vacunarse en el sistema público no hace falta orden médica, algo que sí es exigido en los centros de vacunación privados, donde el precio de lista de cada dosis es hoy de 126.287,75 pesos -amen de los eventuales descuentos por obra social o prepaga-, lo que hay que multiplicar por dos teniendo en cuenta que el esquema se completa con un intervalo mínimo de 90 días.
Bastante se ha especulado sobre cuál es el mejor momento del año para aplicarse la vacuna. Para eso hay que prever que la plenitud de la inmunidad tiene lugar cuando ambas dosis han sido suministradas, y lo ideal es que eso suceda antes del verano, cuando suele darse el pico de circulación del virus que transmiten los mosquitos.
Por lo demás, una vez recibida la vacuna la duración de los anticuerpos -dicen los datos publicados- es de al menos cinco años, en base a lo testeado hasta el momento por el laboratorio japonés Takeda, fabricante del fármaco. Según pudo saber Clarín, es probable que en un futuro cercano ese plazo pueda confirmar alguna proyección mayor a partir de la continuidad de las investigaciones.
Qué dicen los expertos
Consultado por este medio, Tomás Orduna, ex jefe de Medicina Tropical y Medicina del Viajero del Hospital Muñiz, dijo que “es imposible saber como será la temporada de dengue que comienza». Y explicó: «Estamos recién en septiembre y la actividad del Aedes aegypti prácticamente no empezó en ningún lugar del país. Hay una mínima actividad en Formosa y Chaco”.
No obstante, advirtió que “hay mucha presencia de criaderos, por lo cual si la cantidad de días de lluvia y de temperaturas adecuadas es compatible con el desarrollo de las larvas, esos criaderos darán lugar a una mayor cantidad de mosquitos en los próximos meses”.
Orduna agregó: “Acabamos de pasar una temporada interepidémica después de dos años terribles, en 2023 y 2024. Lo importante siempre es abogar para que estén dadas todas las condiciones que permitan una eventual respuesta adecuada ante una epidemia. Lo que no puede pasar es que nos agarre con falta de preparación, de capacitación de los equipos, de tener los insumos adecuados y la infraestructura sanitaria para responder rápidamente a una epidemia”.
Por su parte, Marcelo Quipildor, infectólogo del Hospital Materno Infantil de Salta y del Hospital San Vicente de Paul, de Orán, destacó: “Lo que hace peligroso al Aedes aegypti es su capacidad de adaptarse al entorno urbano. No necesita selva ni lagunas: con una terraza descuidada o un patio con recipientes al sol es suficiente. Las enfermedades que transmite ya no son tropicales: son urbanas, metropolitanas y globales”.
La duda que queda, al cabo, es cuánto del repelente que muchos han acumulado este año -tras el traumático faltante de comienzos de 2024- para una temporada que se sospechaba erróneamente álgida, deberá ser desempolvado en la temporada que comienza. Seguramente el deseo más extendido sea que los mosquitos sigan silbando bajo aunque el costo que haya que pagar redunde en el eventual vencimiento de los aerosoles remanentes.
PS