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A 10 años de un opaco y costoso acuerdo de pago: las 19 horas de Axel Kicillof en el Club de París

Esta semana se cumplió una década.

Fue el jueves 29 de mayo de 2014 a las 6 de la mañana, hora de París.

Axel Kicillof, ministro de Economía, acordó tras 19 horas de negociación seguidas, pagarle al Club de París US$9.700 millones en 5 años con un pago inicial cash de US$650 millones.

El equipo económico festejó por partida doble. Porque anunció que habría beneficios inmediatos y porque creyó ver en el excepcionalismo argentino el producto de una virtud y no de un defecto.

El viceministro de Economía, Emmanuel Álvarez Agis, dijo: “Ya hay un montón de empresas de EE.UU., Japón y Alemania que nos dicen potenciarán sus planes de inversión”.

Para Kicillof, “Lo que conseguimos era imposible porque está fuera de las modalidades del Club de París y por eso llevó 19 horas de negociación”.

La ʻmodalidad argentina’ consistía en que como el Gobierno se negaba a hacer un artículo IV con el FMI para evitar las críticas por las estadísticas del Indec, los países integrantes del Club de París debían hacer un contrato ad hoc que no fuera homologado por el Fondo.

Argentina tuvo nueve acuerdos con el Club (mayo de 1956; octubre de 1962; junio de 1965; enero de 1985; mayo de 1987; diciembre de 1989; septiembre de 1991; julio de 1992 y mayo de 2014). Salvo el de Kicillof, todos los restantes fueron en los términos clásicos, con un acuerdo previo con el FMI o artículo IV.

La novela empezó en 2002, cuando la Argentina defaulteó la deuda con el Club de París y permaneció sin pagarla hasta 2014 dejando correr intereses punitorios al 7,2% anual. Eso hizo que solo el monto de intereses pasara de US$3.854 millones a US$6.336 millones. La diferencia, unos US$3.400 millones, se agregó a la cuenta final a pagar que Kicillof aceptó y que el Gobierno había declamado años antes no dejaría que ocurriera.

“Estuve con Sarkozy y le dije que no le vamos a pagar al Club de París”.

Le dijo en 2008 Cristina Kirchner a Martín Lousteau, entonces ministro de Economía, tras una reunión entre la expresidenta y el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Kicillof tomó un avión con una delegación reducida de su equipo y viajó dos días a París.

Las condiciones del acuerdo fueron en verdad excepcionales pero no por las razones que el Gobierno esgrimió, de que el Club de París aceptó acordar con la Argentina sin que haya un artículo IV con el FMI o programa. Fue excepcional por los siguientes 2 motivos.

Primero, la experiencia histórica argentina había demostrado que los gobiernos de los países acreedores no aceptan una quita en el capital pero sí no incluir en la deuda los intereses punitorios. Por lo tanto, comparando con negociaciones previas del Club de Paris, la Argentina habría pagado en exceso unos US$ 3.400 millones en concepto de punitorios, según en su momento había calculado el exsecretario de Hacienda Mario Brodersohn.

Otro tema relevante fue el plazo para pagar la deuda. En 1987 Argentina había refinanciado a 10 años y medio sus obligaciones con un período de gracia de seis. En 1992 refinanció a 16 años y con un período de gracia de 4 años. Con Kicillof no hubo período de gracia y la deuda debía pagarse en cinco años.

¿Tanto le pedían al ministro?

El memorándum oficial de entendimiento entre la Argentina y el Club de París que se firmó en 2014 jamás se publicó. El gobierno de Mauricio Macri tampoco lo hizo. Sigue siendo un misterio bajo siete llaves saber qué deudas se conciliaron. Eran 124 préstamos que sumaban 307 tramos y estuvieron en situación de irregularidad durante quince años. Kicillof arregló todo eso en 19 horas.

Un informe de la Auditoria General de la Nación de la Gerencia de Control de la Deuda Pública de 2019 concluyó que un acuerdo más eficiente podría haberse alcanzado si el Gobierno actuaba bajo el paraguas de un acuerdo con el FMI o tener un artículo IV.

La Argentina acumuló problemas con la comunidad internacional desde el default de 2002, más allá del default con los privados y el Club de París. Mantuvo conflictos con Chile y Uruguay por el gas e inversiones en plantas de celulosa, pero también con Washington por no cooperar en las revisiones del artículo IV.

En medio de la disputa con los fondos buitre, en 2014, la Argentina empezó a ser un problema para EE.UU. porque Washington no quería que el fondo buitre Elliot le ganara el juicio a la Argentina dejando quizá consecuencias sobre la plaza de Nueva York para emitir deuda y las perspectivas de reestructuraciones de deuda soberana. “Alentamos a la Argentina a continuar trabajando con el FMI y participar del artículo IV para mejorar su reporte estadístico y ponerse al día con sus atrasos con los préstamos de Estados Unidos y otros miembros del Club de París”, dijo EE.UU. en una presentación ante la Corte de Nueva York en el juicio contra Elliot.

Diez años después, la Argentina debe US$ 1.370 millones. Macri no pagó la última cuota y Alberto Fernández tampoco la saldó.

Los intereses de Kicillof corren.

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