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Ropa, jabón, gaseosas, galletitas: qué dejó de comprar la gente y qué cambió por marcas más baratas

Con una inflación que supera el 270% anual y en un contexto de caída del consumo masivo del orden del 12,5% mensual en junio, según la consultora Scentia, los consumidores vienen ajustando sus tácticas para hacer rendir el dinero.

En los primeros cinco meses del año, algunos consumidores decidieron recortar los gastos menos imprescindibles; otros trataron de mantener ciertos consumos, pero buscando marcas más económicas y casi todos se volcaron a las promociones.

La primera restricción a la que apelaron los hogares en este tiempo, especialmente tras la gran contracción de los ingresos que se dio en el primer trimestre, fue en las actividades destinadas al ocio o al esparcimiento y también a la compra de indumentaria.

Además, “uno de cada tres consumidores recortó gastos en electrodomésticos y productos de belleza, mientras que los alimentos resultaron la categoría menos afectada”, consignó un informe de la consultora Nielsen IQ (NIQ),

En medio de un contexto económico complejo, además de la reducción en los gastos, las familias implementaron el «downtiering» como estrategia de ahorro, es decir, la tendencia de los compradores a volcarse hacia marcas más económicas.

Los consumidores eligen más dónde comprar según las promociones. Los consumidores eligen más dónde comprar según las promociones. “En categorías de alto desembolso, las marcas económicas ganan terreno. Esto se ve más en productos como el jabón para ropa, donde los segmentos para diluir y en polvo aumentaron su participación debido a los ahorros del 20% y 30% respectivamente frente a los líquidos regulares, explicó la consultora especilizada en consumo.

“En aceites comestibles, se observa un crecimiento de marcas propias económicas, y los tamaños grandes (1.5 litros) ganan popularidad».

Otros cambios también se vieron en el consumo de bebidas y alimentos: Las bebidas sin alcohol y los jugos en polvo están viendo un aumento en la demanda de marcas más baratas y formatos retornables. Las bebidas fueron la primera categoría que reaccionó a la crisis y comenzó a caer, y ahora es la primera que empieza a recuperarse desacelerando la caída del consumo.

En lácteos, categorías como quesos untables y leche fluída ven un aumento en las marcas económicas. Y en galletitas, los consumidores priorizan el precio sobre la marca, eligiendo productos con desembolsos menores a $ 2,000, según los analistas de Nielsen IQ.

El ecommerce y los mayoristas, los menos afectados

En este contexto, los canales de venta se reconfiguran, según este análisis: los supermercados y autoservicios muestran una contracción menor que el promedio, mientras que el canal tradicional (almacenes de barrio) es el más afectado. En cambio, el e-commerce y los mayoristas son los únicos canales que mantienen una tendencia positiva, según estos sondeos.

En el canal tradicional, las gaseosas, cervezas, polvos para preparar jugos, aguas saborizadas y galletitas dulces secas son las categorías más vendidas. Durante esta primera mitad del año, el 94% de las categorías se contrajo, sin embargo, el impacto no es igual para todas. La mayor parte de las categorías de alto desembolso cae por encima del promedio de la canasta, mientras que las categorías de menor desembolso se contraen por debajo de la media.

Los mayoristas lograron mantener sus ventas. Foto Enrique García MedinaLos mayoristas lograron mantener sus ventas. Foto Enrique García MedinaSegún Javier González, Líder Comercial de NIQ Argentina, «hay una tendencia mucho mayor en Argentina que en el resto de los países de Latinoamérica a comprar marcas más económicas, siendo esta una de las estrategias más fuertes de ahorro”, explica.

Y agrega que «los supermercados de proximidad y los mayoristas fueron los que quedaron mejor posicionados ante la crisis, mientras que almacenes fueron los más afectados”.

Tal como opinan también otros analistas del consumo y supermercadistas, la caída de las ventas, será una postal que se extenderá hacia el resto del año. No obstante, en el último bimestre, según NIQ se observó una desaceleración en la caída del consumo, que coincide con la menor tasa de inflación, lo que sugiere una posible recuperación para 2025.

De todas maneras, «aún falta implementar el ajuste tarifario que puede implicar una pérdida adicional de poder adquisitivo de alrededor del 15%. Y la salida del cepo podría acelerar la inflación e impactar aún más en el ingreso disponible», advierte González.

De acuerdo con el análisis de la consultora, aunque se proyecta que el consumo masivo continuará disminuyendo en lo que resta de 2024, aproximadamente un 14% en promedio hasta diciembre, se espera que esta caída se desacelere paulatinamente.

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