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«Salieron a cazar»: los fundamentos de los jueces que condenaron por primera vez a Leonardo Cositorto por estafa

En 464 páginas, el Tribunal de Juicio de Goya dio a conocer los fundamentos de la sentencia que condenó por primera vez a Leonardo Nelson Cositorto (54) por la estafa piramidal que cometió a través de Generación Zoe. En referencia a Cositorto y los otros tres condenados, los magistrados sostuvieron que “sabían con precisión que la actividad que iban a realizar en Goya eran múltiples planes delictivos, consistentes en engañar fundamentalmente a aquellos indemnizados por Massalin, pero al mismo tiempo, como de hecho sucedió, a todos los familiares y personas cercanas a ellos o cualquiera que tuviera interés económico en sacar ambiciosos réditos financieros que Zoe engañosamente les prometía”.

“Salieron a cazar. También conocían y sabían que pagar ese 7,5 % mensual en dólares por las inversiones, lo que significa un 90 % anual de intereses en dólares y con unos llamados ‘robots’, escandalosos en términos de supuesto rendimiento, todo ello era conocido como que ilegalmente iba a ser la modalidad para apoderarse del patrimonio ajeno, porque resultaba imposible, económica y financieramente, poder cumplir aquellas cuando la estructura se resquebraje. Y sabían que, sí o sí, se rompe porque las inversiones no estaban pensadas”, señalaron en otro párrafo.

Para uno de los jueces, “Generación Zoe no fue más que un fiasco, una congregación de personas que decidieron salir a depredar a ciudadanos goyanos que habían cobrado su indemnización laboral por haber cesado laboralmente en la empresa Massalin Particulares, entre otros varios más de la población en general que también fueron desapoderados” de su dinero.

El presidente del Tribunal, Ricardo Carbajal, sostuvo que las conversaciones, reuniones y planificación para desembarcar en Goya se realizaron entre junio y agosto de 2021 y se consuma entre el 18 y 19 de septiembre de ese año cuando desembarca Cositorto en la ciudad para promocionar las bondades de sus empresas. “Nótese la trascendencia, a pesar que después pretende minimizarla en su declaración, que al jefe de esta asociación ilícita le interesó tanto instalar Zoe en Goya, que vino personalmente a constatar y verificar que, efectivamente, se iba producir el flujo de gente y dinero suficiente para que se justifique”.

Indicó que el arribo de Cositorto se produjo a partir de la insistencia de Lucas Camelino a Maximiliano Batista sobre la viabilidad del proyecto. El magistrado sostuvo que al otro día del evento en Goya “Cositorto en persona junto con su comitiva sale a buscar un local, y hasta hace una oferta económica de un inmueble para confirmar la instalación de Zoe en la ciudad. Es este el momento en que se consolida, aquí en Goya, la asociación ilícita por la cual vienen juzgados”, detalló.

Para el Tribunal, tener a los “inversores” en un grupo de WhatsApp “fue una maniobra delictivamente exitosa para mantener y reeditarse las estafas, porque desde ahí decían los testigos, de allí se nutrían para que se mantenga la mentira enquistada en su psiquis y haga que, cuando llegaba el momento de retirar (el dinero) como los veían a Batista en sus actos públicos histriónicos vendiendo Zoe, como lo veían a Cositorto y Camelino en viajes espectaculares, con autos lujosos, proclamando ser dueños de múltiples y variados objetos de valor pecuniario; entre otras formas más; así los volvían a engañar, como lo ejecutó aquí, en Goya, (Miguel Ángel) Echegaray, convenciendo con sus cursos” de coaching ontológico.

Según el Tribunal, el monto de la estafa en Goya rondaría los 163.000 dólares y 17.150.000 pesos. Y que alrededor del 60 por ciento de esas cifras fueron entregadas en efectivo en la oficina de la calle José Gómez.

Ricardo Carbajal, Jorge Carbone y Julio Duarte, miembros del Tribunal que condenó por primera vez a Cositorto. Foto Jorge Ferreyra

En los fundamentos, indicaron los jueces Carbajal, Jorge Carbone y Julio Duarte que “las personas que se acercaban a Zoe era porque habían comprado el discurso, la instalación mediática de que era solvente” y que estaba en condiciones de “pagar el 7,5 % mensual en dólares” pese a que las tasas en esa moneda no superan el 12 por ciento anual.

“Para que funcione una estafa piramidal es necesario estructurar la propuesta con aparente solidez y robustez de manera que se produzca la afluencia de sujetos nuevos para que ellos mismos le paguen a los anteriores, hasta que llega un momento en que colapsa. Eso fue lo que pasó” con Zoe, explicaron.

Carbajal se preguntó “si tanta solvencia tenía Zoe y tanto flujo de dinero y autonomía económica detentaba, ¿cuál es la razón por la cual no pudo seguir respondiendo en Goya?” Y descartó que ese incumplimiento haya sido a causa del bloqueo de las cuentas dispuesto por la Justicia de Córdoba.

En ese sentido, indicó que “aunque así hubiese sido, hipotéticamente, con el flujo de dinero en efectivo –plata viva que así lo extraigo de los testimonios rendidos y en términos de porcentaje había un importantísimo número en efectivo– y con la solvencia que supuestamente dan por acreditado Cositorto y sus colegas delictuales” se podría haber hecho frente a los compromisos.

El papelón de Cositorto al escuchar el veredicto en su contra. Foto Jorge Ferreyra

El magistrado recordó el testimonio de Jonathan Vargas, un referente local de Generación Zoe, quien sostuvo que Camelino les advirtió que no podían hacer frente a los pagos porque “se había producido una fuga de dinero, o sea despareció la plata desde adentro de la empresa, aquellas sumas que iban a Generación Zoe (Cositorto – Batista) y a Zoe Empowerment (Cositorto – Echegaray) y a la cuenta de Camelino”.

En ese sentido, agregó que ese dinero “fue extraído y llevado a sus sacos personales, una vez quitados del ámbito de custodia de los estafados, por eso se quedaron sin respuestas y que no podían responder a los reclamos vernáculos”.

Al referirse a los ‘robots’, que ofrecían tasas de retornos superiores (100% en tres meses), Carbajal indicó que “salvo que se pruebe lo contrario, por evidentes razones de conocimiento público, es de casi imposible cumplimiento sostenido en el tiempo y para una masividad de individuos, salvo que se tenga la bola de cristal y se sepa con plenitud y certeza, lo que es imposible, cómo se comportará el mercado y sus innumerables variables”.

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Leonardo Cositorto explotó de furia cuando lo condenaron por la estafa de Generación Zoe.

Y agregó que esa ‘oferta’ se produjo a fines de 2021, coincidiendo con el cierre de las cuentas bancarias que manejaban Cositorto y Echegaray.

Para el Tribunal resulta “evidente que la maniobra desarrollada aún hasta el final era succionar, abrevar de los patrimonios de los engañados ciudadanos goyanos quienes habían caído en la trampa y se habían desprendido de sus dolorosas indemnizaciones logradas de la patronal Massalin Particulares, y le transfirieron o entregaron físicamente en la oficina, entre otros casos también que los orígenes de sus depósitos no eran de allí, pero no se presentaron como de menor relevancia y trascendencia para cada víctima desapoderada, sino con una trascendente entidad no solo en el patrimonio de cada uno de ellos, sino en la comunidad toda”.

Los jueces se preguntaron si es tan fácil ganar dinero, como decían los imputados “¿por qué no usan su propio dinero para multiplicarlo, o el de sus familiares o amigos… ¿por qué venir a Goya a buscar “inversores” de magros 500 dólares? Respuesta obvia”.

“Si tan sencilla es la ecuación y tan fácil ganar dinero, ¿para que buscan Cositorto y compañía dinero de terceros? Pudiendo ganar sencillamente ellos el suyo e invertir como sólo ellos saben hacerlo y es tan fácil, y, así, hacerse multimillonarios con su propio dinero, ¿para qué buscar inversionistas?. Respuesta sencilla. Su propuesta es falsa. Es una cáscara vacía. Sin aval real que los respalde. Es una apariencia de solvencia”, indicaron.

El Tribunal indicó que durante el juicio los imputados no demostraron compras de acciones o bonos o algún tipo de inversión que acredite que hacían algo con el dinero que recibían a diario, porque esos montos eran fugados hacia sus patrimonios personales.

Para hacer creíble su relato –dijeron los jueces– los imputados combinaron dos modalidades: por un lado hablaron de criptomonedas; y por otro el aval en oro. “Nótese el nivel de elucubración para lograr la finalidad de hacer creer la coexistencia y el manejo de una moderna herramienta con elementos que históricamente son vistos como indubitablemente valiosos y demostrativos de solvencia. Conceptualmente sería el aggiornamiento entre lo convencional-analógico y lo moderno digital”, señalaron.

Sostuvieron que en los allanamientos a Echegaray se hallaron documentos que probarían el envío de dinero a Honduras, Colombia, Ecuador, Bolivia y Chile.

“La idea, y la victoriosa tarea encarada fue lograr una apariencia, una ficción, un estado irreal de solvencia, de poder económico, de presencia en el mercado con robustez, un aparente estado de capacidad económica, combinada con la disimulada venta de planes de estudio que nunca fueron tales, porque jamás acreditaron cuestiones curriculares e institucionales básicas, y porque además la gente no venía a estudiar, en un porcentaje del 99 % por ciento –figuradamente–; venían a ganar plata”, agregaron en su extensa fundamentación.

Por 98 hechos de estafas y ser el líder de la asociación ilícita, Cositorto fue condenado en Goya a 12 años de prisión. Batista, Echegaray y Camelino fueron sentenciados a ocho años de cárcel por ser miembros de la organización y haber cometido las estafas denunciadas.

Misiones. Corresponsal

MG

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