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«No somos el club del helicóptero»: la CGT patea un paro general pero apuesta al desgaste de Milei

La CGT no escalará en una estrategia de enfrentamiento total con la administración de Javier Milei con el llamado a un nuevo paro general en el corto plazo. «Si algo se viene cayendo solo, no vamos a empujarlo. No somos el club del helicóptero», repiten en la conducción de la central obrera en medio de una jornada cargada de tensión por el paro de trenes de La Fraternidad, que volvió a exponer este miércoles la fuerte pulseada abierta entre el Gobierno y el sindicalismo tras la huelga nacional con movilización del 24 de enero.

La foto de la huelga ferroviaria que dejó a cientos de miles de pasajeros sin servicios sintetiza un fenómeno que, advierten en la CGT, se profundizará con múltiples conflictos sectoriales en las próximas semanas que buscarán canalizar, con diversas protestas, la reacción sindical frente a las medidas de ajuste del Gobierno.

Este jueves será el turno de los trabajadores de Sanidad, que paralizarán la atención en sanatorios y hospitales; para el lunes se anunció una huelga de los estatales de ATE; los gremios docentes anticipan medidas desde la próxima semana justo en el inicio del ciclo lectivo, y ya se pronostican conflictos en otras actividades como el transporte de colectivos, la industria metalúrgica, la textil y hasta con los camioneros de Hugo y Pablo Moyano.

El denominador común de todos ellos involucra las dificultades para acordar aumentos salariales que compensen la aceleración de la inflación de los últimos meses. Según los datos que relevan en la cúpula cegetista, casi el 70% de los sectores que iniciaron sus discusiones paritarias desde el desembarco de Milei en la Casa Rosada no lograron convenir aumentos y, en el caso de los acuerdos firmados, las subas cerradas en promedio se ubicaron varios puntos debajo de la inflación.

Justamente en esa postal ATE fundamenta su medida de fuerza del lunes: los estatales nacionales acordaron con la gestión libertaria un aumento de 29% para el primer bimestre del año, más de 20 puntos por debajo de la inflación acumulada entre diciembre y enero, que superó el 51%.

«Es una olla a presión que tarde o temprano va a abarcar a todos. Vamos a una multiplicación de los conflictos sectoriales para intentar paliar el ajuste en medio de una recesión salvaje», describió uno de los principales jefes de la central obrera, que alertó sobre los efectos sociales y políticos de ese escenario en el mediano plazo.

La opinión es compartida por el resto de la conducción sindical al punto que Gerardo Martínez, el titular de la UOCRA, le trasladará esa fuerte preocupación a la número dos del FMI, Gita Gopinath, con quien se reunirá a puertas cerradas este jueves por la tarde.

La primera línea cegetista, que desde el inicio del gobierno de Milei mantiene un intercambio minuto a minuto en su grupo de Whatsapp, está decidida a profundizar su estrategia política, especialmente con la presión sobre el Congreso para bloquear el megaDNU 70/23, y a par dejar correr las protestas y conflictos por sector. No hay ninguna propuesta que suponga la definición de un nuevo paro general en forma inminente, más allá de la verborragia que Pablo Moyano o los gremios K alimentan ante los micrófonos.

«No vamos a plegarnos a la confrontación que nos propone el Gobierno», sostienen. La premisa central es la seguir «formando masa crítica» y avanzar en el sendero de una alianza estratégica con los sectores sociales más golpeados por la recesión económica. «El escenario es dramático pero hay que medir los tiempos y esquivar la provocación y la locura que plantean», enfatizó otro gremialista que esta misma semana padeció las complicaciones para poder acordar el aumento salarial de la paritaria de su actividad.

Puertas adentro del mundo sindical los movimientos del gobierno de Milei también despiertan cierta confusión. Algunos dirigentes enfocan sus críticas en «la impericia, la falta de capacidad y torpeza» de buena parte de los funcionarios que rodean al Presidente. «Le tienen tanto miedo que por las dudas no hacen nada», aseguran.

Otros dirigentes, en cambio, apuntan a la existencia de una estrategia diseñada expresamente para exponer aún más a los sindicalistas ante la opinión pública, en línea con el discurso de confrontación descargado por Milei contra gobernadores y diputados.

Como parte de esa interpretación mencionaron la sugestiva decisión de la Secretaría de Trabajo, a cargo de Omar Yasín, un colaborador directo de la ministra Sandra Pettovello, de no dictar la conciliación obligatoria para frenar el paro de La Fraternidad. «Acá no hay desconocimiento del funcionario, está claro que fue una orden de arriba para rubricar el relato de que se trató de un paro salvaje», comentó otro dirigente.

La CGT, por las dudas, evitó validar la medida de fuerza «unilateral y personal» -en la opinión mayoritaria de la cúpula- definida por Omar Maturano: «No se puede justificar tanta torpeza».

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