Había que dejar pasar unos días para escribir esta columna, porque detrás de la muerte hay una familia que sufre. Había que dejar pasar también unos días, porque hay un pueblo que evoca con cariño en las redes y en las charlas a una deportista exitosa. Alejandra “Locomotora” Oliveras logró conectar, a partir de sus palabras, con el afecto popular. Su muerte generó un impacto en todos los argentinos por lo sorpresivo, por lo difícilmente explicable y por su figura inspiradora que logró trascender al boxeo e inmiscuirse en el ámbito social y político.
Poseedora de un físico privilegiado, al punto de llegar a ser número 1, Oliveras entró en el libro Guinness de los récords al consagrarse cuatro veces campeona mundial en distintas categorías. Un hecho único. Después del retiro, se convirtió en una activista en distintos campos sociales que fueron desde la igualdad de género en el boxeo hasta iniciativas en ayuda de comunidades vulnerables (como el Team Locomotora). Sus charlas motivacionales con mensajes positivos sobre la vida y su presencia en redes sociales, con más de un millón de seguidores, la catapultaron a la política santafesina, donde ni siquiera pudo recorrer el camino de la Constituyente, porque se le atravesó la muerte.
Además de tristeza, el deceso de la Locomotora, una joven mujer a los 47 años por un ACV isquémico y una embolia pulmonar, despertó polémica porque no es algo que se observe frecuentemente. En situaciones de esta índole, especialmente en exdeportistas y con antecedentes de una cirugía, la realización de una autopsia es una práctica forense sugerida. El deseo familiar de cremarla prontamente, sin indagar vía autopsia, sumado a la denuncia mediática de un colega fisicoculturista, puso el foco en el uso de anabólicos.
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Está comprobado que el uso y el abuso de esteroides anabólicos (EA) puede causar daño cardíaco detectable, duradero y, en ciertos niveles, irreversible. Una autopsia hubiese demostrado fácilmente la presencia de hipertrofia ventricular y fibrosis miocárdica en el corazón de un paciente consumidor de EA. La aterosclerosis acelerada también es un factor de riesgo descripto fácilmente detectable en la pericia. A nivel lipídico, en el consumidor frecuente de EA tiene un aumento de los triglicéridos, un descenso abrupto del colesterol “bueno” HDL y un aumento del “malo” LDL. A eso se le suma la alteración del perfil glucídico. La evidencia es concluyente sobre la asociación entre el uso de EA y el riesgo cardiovascular grave, al punto de desembocar en muerte súbita.
El corazón no es el único, también hay otros órganos del cuerpo que sufren consecuencias con el uso de EA. El hígado se ve particularmente comprometido cuando la ingesta es vía oral. Se han documentado la elevación de las enzimas hepáticas (transaminasas GOT/GPT) y se han observado tumores y colestasis, fruto de la necrosis hepatocelular y como signos de hepatotoxicidad. El riñón, por su parte, sufre una glomeruloesclerosis focal (confirmada por biopsia y en autopsias) e insuficiencia renal aguda. Un análisis de sangre mostraría niveles elevados de creatinina por la disfunción.
Oliveras decía: “Disfrutá el momento, el día a día. Mañana no estás, hoy estás”. En las últimas horas, la Justicia santafesina autorizó la cremación de Oliveras como solicitaba la familia y ya no habrá mañana para conocer la verdad sobre su muerte asociadas o no al uso de esteroides. Quedarán para siempre en el recuerdo sus mensajes positivos y de superación, rodeados de un silencio incómodo.