Algo pasó camino al foro que le permitió al gobierno salir de perdedor. Si no lograba la aprobación en el Senado de las leyes de Bases y reforma fiscal hubiera entrado en una crisis terminal, que es perder el apoyo frágil de los partidos minoritarios que gerencian el programa. Logró aprobaciones que no es fácil que se conviertan en leyes en Diputados.
Este logro es hijo de los anteriores fracasos: DNU 70/121, primera ley ómnibus y sanción en Diputados de la nueva movilidad previsional. De esas experiencias vino el cambio. Primero de todo, se enteró de que el Congreso existe y que, si Ejecutivo no gestiona, el Congreso va a gobernar por él con iniciativas propias – ej., la movilidad jubilatoria. Corolario: que los bloques amigos son imprescindibles.
Mientras perdure la estrategia del peronismo de bloqueo total contra el gobierno, no hay dictámenes, ni quórum ni aprobaciones si los radicales no juegan a su favor. Los radicales Lousteau y Abad los hicieron cortar clavos hasta último momento sin decir qué harían, pero permitieron el quórum.
La oficina del radical chaqueño Víctor Zimmerman en el anexo de la Caja de Ahorros, fue la sede de interminables concilios con el gobierno, de los que Victoria Villarruel se enteraba después. Si Lousteau y Abad no daban quórum, sumado a la ausencia de oro de los dos enemigos santacruceños José Carambia y Natalia Gadano, directamente se hubiera caído la sesión. Que Lousteau, el cazador solitario, vuelva loco a un gobierno que se remite al orbe celestial, es una medida de su modesta dimensión.
Francos y el dúo María y José, milagreros
El otro cambio fue retirar a los negociadores que no negocian. Hablando en plata, Milei sacó de la cancha a Santiago Caputo y al abogado Maximiliano Fariña, del stud Sturzenegger. Los reemplazó por el dúo «María y José «, como llaman con cariño en el Congreso a José Rolandi y María Ibarzabal, del stud Cassagne. Caputo y Fariña hacían lo que halaga a Milei; José y María trabajan por lo que Milei necesita y le conviene.
La clave fue la licencia para acordar que le dieron a Guillermo Francos, que construye de día lo que Milei deshace por las noches. Se salvó lo que buscó el gobierno, usar estas lides para resguardar el poco poder que tiene el presidente. Rescatar la centralidad de Milei importaba por sobre cualquier otro objetivo.
Hasta que lo bolsiqueasen los patagónicos, que lograran un aumento de las regalías mineras del 3% al 5%, que se rechazara la vuelta del impuesto a los ingresos de la 4ª. Categoría, y hasta el rechazo de la revisión del régimen de subsidios, para bajar el costo fiscal del déficit en 2 puntos del PBI (vulgo Tierra del Fuego). Este artículo cayó por 70 votos en contra y sólo 7 a favor.
Fue el rechazo que tuvo más consenso. Importa la estética del resultado más que su contenido; son medidas que operarán en el mediano y largo plazo. Y que el tiempo dirá si son las mejores. Toda decisión política es una hipótesis de demostración siempre incierta.
Que sea difícil, aunque duela
¿Era tan difícil lograr esto? Lousteau aclaró algo en su exposición: «en conversaciones con funcionarios muy relevantes – relató -, cuando estábamos debatiendo el contenido de esta ley, yo les dije que era una ley muy difícil de tratar. Y me dijeron que estaba hecho a propósito, para que sea muy difícil para nosotros tratarla. Entonces, mientras tenemos dos mega leyes que son muy difíciles de tratar, y por eso lleva tiempo tratarlas bien, hay 25 DNU.»
El tramo que falta para el tratamiento de los dos proyectos en Diputados (25 de junio en comisión, 26 de junio al recinto, si se puede) será la confrontación final. Con la ley sancionada y sin vetos, la oposición de la Cámara baja – con eje en Unión por la Patria – dice tener los votos para voltear definitivamente en DNU 70/23, que ya murió en el Senado.
“Ownership”: el programa no tiene dueño
Igual, el resultado paga. Aunque un negociador del gobierno admitió en la madrugada del jueves: «Sacamos, en lo cuantitativo, un cuarto de lo que pretendíamos, y en lo cualitativo, apenas un 10%». Del lado de la oposición amigable, el radical con más experiencia en el Senado, ironizó en plena sesión: «Que termine pronto esto porque de lo contrario Milei en lugar de una ley se lleva una ordenanza municipal».
Resguardo los nombres porque acá no se delatan fuentes, aunque los espías de la guarda deben tenerlo bien registrado. Este resultado es consecuencia lógica de otra discapacidad del tercer gobierno de minorías de la última década.
A diferencia de Macri y Alberto Fernández, el gobierno no es el propietario del programa. Y quienes se lo gerencian en el Congreso, salvo la peña de La Libertad Avanza, tampoco son dueños de la agenda. Defienden una agenda ajena. El asunto de la «ownership» es un tópico en algunos debates sobre programas económicos auspiciados por los multilaterales.
El FMI se ha pasado la vida eludiendo los reproches sobre el fracaso de sus consejos y ayudas a países en crisis. Le cuesta que le crean que el propietario es el país que lo suscribe y no el organismo. El paper de Mohsin S. Khan y Sunil Sharma “IMF Conditionality and Country Ownership of Programs” (IMF Working Paper, set 2001) con que nos consolábamos en la crisis de 2001, es interesante para entender cuánto importa ser el dueño de tu programa. Y cómo los hiere la consigna callejera del tercerismo continental “Al fondo con el Fondo”.
Un programa hecho para Horacio y/o Patricia
Hay una confusión léxica inducida por el proselitismo oficial. Este busca disfrazar un acuerdo esperable y convencional con el ropaje de una epopeya. Milei – o quien lo haga – gobierna con el equipo de Cambiemos, salpimentado con algunos emblemas fernandistas, como Guillermo Francos y Daniel Scioli, y desarrolla el mismo programa que compartieron cuatro de los cinco candidatos a presidente de la primera vuelta.
Ese consenso se ha trasladado al Congreso. Se explica que la primera versión de la ley ómnibus tuviera 144 en la votación en general y que la versión reducida alcanzase 142. Esa mayoría refleja el respeto al acuerdo con Milei, que va al Congreso con lo que planificó Cambiemos para sus candidatos Horacio y Patricia.
Festival de cuentapropistas
El gobierno dedicó una larga reunión el jueves pasado con los jefes de los bloques amigables. Buscó herramientas para que le rescatasen el capítulo de Ganancias y Bienes Personales.
Llegar sin cables sueltos implica también cerrar cuanto antes algún acuerdo con los gobernadores peronistas con capacidad de control del voto de sus senadores, algo que no suele estar muy generalizado en las provincias. Los baquianos saben que eso de que los gobernadores manejan a sus legisladores es un mito pequeño burgués.
Lo del Senado lo demuestra porque se cayó el capítulo de esos dos tributos que son coparticipables. Las provincias de administración peronista amigable son varias: Salta, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero (aunque su gobernador es radical, juega en la liga peronista, aunque sólo cuando el peronismo gobierna el país).
Ahora el gobierno confía en que los diputados expresen mejor los intereses de sus referentes provinciales. La balcanización de la política la ha convertido en un festival de cuentapropistas.
Filigranas jurídicas
El trámite hasta el día de la sesión estará animado por un debate de filigranas jurídicas sobre un asunto casi teológico: ¿puede Diputados reponer un capítulo, como el de esos dos tributos, que fue rechazado por el Senado? Desde el jueves hay una viralización de posiciones encontradas.
En la reunión del jueves Pichetto afirmó la tesis de que sí tiene capacidad y citó varios casos desde que se reformó la constitución en 1994. El exdiputado Mario Negri aportó casuística a favor con un informe que encargó cuando era jefe del interbloque de Juntos por el Cambio.
Cita el acuerdo Ruckauf-Pierri de 1995 que deja libertad para que Diputados (cámara de origen) pueda reponer lo rechazado por la cámara revisora. Pierri y Ruckauf eran los presidentes de las Cámaras del Congreso. Aquel acuerdo es uno de los que reglamentan las reformas de 1994. Tranquiliza que ese rechazo (al capítulo que modifica los impuestos de Ganancias y Bienes Personales) haya sido por mayoría simple.
Ocurrió lo mismo con la exclusión de algunas empresas que el gobierno insistirá en insistirá en privatizar. Condición para que este triunfo se confirme es que Milei suspenda la verbalización de sus instintos.
Aprendizajes acelerados: «¿Ahora qué digo?»
Diputados es una cámara más cómoda para el oficialismo, pese a que tiene más de un centenar de votos en contra de cualquier iniciativa. La vicepresidente pasó la prueba en la sesión más complicada desde que asumió. Aprende de apuro un oficio para el que no se estudia. En un pasaje del debate preguntó al secretario parlamentario «¿Ahora qué digo?».
Mezcla también su rol institucional con discursos políticos, como el que justificó los votos de desempate. ¿Debió pedir permiso para esa justificación? Tampoco lo hizo en julio de 2008 Julio Cobos cuando profirió el voto «no positivo» de la 125. Revisado el diario de sesiones, no figura esa autorización en ninguno de los dos casos.
Mayans, que no perdona, pero siempre ofrece un buen espectáculo, fue hiriente hacia la presidencia, en ese momento a cargo de Bartolo Abdala: «Mientras usted habla con el presidente de bloque que está sentado en el lugar del secretario parlamentario, que debería tener un poquito de respeto cuando uno habla… No sé qué hace usted ahí sentado.
¿Cómo se va a sentar en ese lugar? ¿No entiende usted cómo es el sistema del Senado? ¿No tiene vergüenza de hacer eso? ¿O va a cobrar el sueldo del secretario parlamentario también? Cualquier cosa es esto. Están dedicados a la joda. Estamos hablando acá… ¿Qué problema hay? Estamos tratando una cosa que es seria.» De paso, Mayans ofreció el mejor momento de la sesión con una hermenéutica del personaje de Terminator.
El Papa con todos: Axel, Pinedo y Milei
Al llegar el jueves a Bari, para la cumbre del G7, Javier Milei se enteró de que el papa Francisco, con quien compartió la cumbre del G7, había dedicado varias horas a Axel Kicillof. El miércoles lo recibió con fotos y regalos en el palacio Apostólico con una mínima delegación.
Lo hizo atender por Tucho Fernández, ex arzobispo de La Plata y lo citó a la tarde para reunirse a solas con él en la residencia de Santa Marta. Estuvieron dos horas y media sin confirmación oficial. Lo contó el propio gobernador, con reservas.
“No corresponde – dijo al diario Página 12 – que sea yo quien cuente qué dijo, pero puedo comentar que hablamos en detalle de cuestiones internacionales. Compartimos apreciaciones sobre los principales temas de la agenda y también conversamos sobre la situación social en la Argentina. Yo le transmití lo que se ve desde la gobernación de la Provincia, que por otra parte es público, porque habló constantemente de la deuda, del recorte de fondos y de la caída de actividad.»
Son todas señales en un mundo que se mueve por señas, muchas veces engañosas. Antes de recibirlo a Kicillof, Francisco recibió a Federico Pinedo, una suerte de canciller volante para misiones especiales. De esos encuentros surgieron más afirmaciones sobre el viaje a la Argentina. “Tiene ganas”, “Está en su cabeza”, etc. Pinedo llevó el mensaje a la Casa de Gobierno: “Me parece que va a venir a la Argentina, pero de fechas no hay nada”.