-¿Qué le pareció el discurso del Presidente en la apertura de sesiones? ¿Avala el Pacto de Mayo al que convocó?
-¿Cómo no voy a estar de acuerdo con el Pacto si es lo que vengo planteando desde hace años? Tanto es así que mi convicción por el diálogo me llevó a perder la elección ya que, en ese momento, prevalecían las posiciones extremas. Así, con diálogo, goberné siempre en la Ciudad. Y gracias a eso pudimos hacer una gran transformación. Esta ha sido, es y será siempre mi convicción. Pero no creo que se pueda llamar a un acuerdo genuino con la pistola sobre la mesa, eso ya lo vivimos en los peores años del kirchnerismo y terminó muy mal. Un acuerdo profundo y duradero solo surge del diálogo, de la escucha y del respeto por los que piensan diferente.
-¿Qué opina de la relación entre el Presidente y los gobernadores?
-Como dije antes, el país sale adelante con diálogo. Yo creo a fondo en el federalismo: la Argentina es un país que se constituyó desde las provincias hasta la Nación. Siempre quien lidera tiene la mayor responsabilidad en buscar un diálogo con los gobernadores que refuerce el federalismo. Argentina durante el kirchnerismo se convirtió en un país unitario. Tenemos que volver a ser un país federal, como dice la Constitución, con la realidad propia de cada provincia, que también tendrán que hacer las reformas que correspondan.
-¿Qué análisis hace de la situación económica en estos primeros tres meses del nuevo gobierno?
-La necesidad de lograr el equilibrio fiscal es algo obvio, que todos compartimos y que yo planteé en la campaña un millón de veces. No se discute en el mundo eso: es como la ley de gravedad. Por eso nuestros diputados, incluidos los que entraron conmigo en la lista, acompañaron en el Congreso las leyes que el presidente necesita para garantizar la estabilidad. Pero ese es un primer paso. Al mismo tiempo se necesita un plan de desarrollo para que Argentina vuelva a crecer. Ver qué mercados vamos a priorizar, que infraestructura hay que mejorar para aprovechar un contexto que nos favorece. Y además de eso, se necesita un Estado nuevo, que garantice igualdad de oportunidades.
-¿El ajuste está siendo demasiado violento? ¿Hay gente que se cayó del sistema por quitarle protagonismo al Estado?
-Un Estado que funcione no significa que tenga que ser grande. Debe ser efectivo y austero. Eso hay que acompañarlo con asistencia a los sectores más vulnerables. Por ejemplo, nosotros en el PRO pensamos en una fórmula jubilatoria que garantice que los jubilados no pierdan más respecto a la inflación. También hay que garantizar educación de calidad, que les garantice a muchos chicos poder comer. El kirchnerismo hizo un desastre en términos de deterioro del Estado.
-¿Cómo toma que Jorge Macri haya planteado que su gestión pondrá en crisis muchas cosas que se venían haciendo en la Ciudad?
-Tengo muy buena relación con Jorge. Fue ministro los últimos dos años de mi mandato en la Ciudad. Yo creo en las políticas de Estado. Mi orgullo por la Ciudad empieza desde el gobierno de Mauricio Macri, cuando fui jefe de gabinete. Hubo toda una continuidad que permitió hacer de Buenos Aires lo que es hoy: una ciudad moderna, una de las capitales de mejor calidad de vida de Latinoamérica. Jorge va a tener su propia impronta, pero estoy seguro de que le va a dar seguimiento a los pilares de la gestión. En la Ciudad todos se dan cuenta de la transformación que hemos hecho durante estos años.
-¿Y su relación con Mauricio Macri cómo está? ¿Se vieron recientemente?
– Hace 25 años que tengo una relación con Mauricio. En esta etapa, por primera vez en 16 años me pude tomar vacaciones y estar con mi familia. Él también estuvo afuera y eso hizo que no coincidiéramos en Buenos Aires en los últimos dos meses. Pero nos intercambiamos mensajes afectuosos como siempre para su cumpleaños, que fue hace un par de semanas.
-Pero tienen diferencias respecto a la conducción del PRO, ¿no?
-Como criterio general, para que veas mi posición, yo estoy en contra de entregarle el PRO a Milei, en contra de las propuestas de fusión, de cogobierno, no estoy de acuerdo. Que quede bien claro eso. Que después en el Congreso apoyemos las iniciativas del Presidente es válido.
-¿Que Macri sea presidente del partido equivale a entregarle el PRO a Milei?
-Yo no estoy de acuerdo en entregarle el PRO a Milei, sea quien sea el que conduce el partido. Creo y defiendo a fondo los valores constitutivos del PRO. Cuando lo creamos, era un partido para cambiar la Argentina sumando gente con vocación pública, que venía del peronismo, del radicalismo, de los partidos de centro. Se valoraba esa experiencia en la gestión. Teníamos una visión de sumar, de respetar al que piensa diferente, de no entrar en la confrontación ni en las agresiones. Yo sigo creyendo en esos valores. El PRO no apoya populismos, ni de izquierda ni de derecha, no tiene nada que ver con proyectos mesiánicos, con posiciones extremas.
Horacio Rodríguez Larreta, en la entrevista con Clarín. Foto: Maxi Failla.-¿Todas esas cosas que cuestiona las representa Milei?
-Las agresiones, y defenestrar el rol del Estado, lo escuchamos todos los días. El Presidente se dedica mucho tiempo a agredir por Twitter a periodistas, artistas, gobernadores, diputados, senadores, presidentes extranjeros… Nosotros en el PRO nos rompimos el alma para construir un Estado que funcione, que garantice buena salud. Es todo lo contrario a lo que plantea Milei. Y yo no me muevo de eso, estoy en el mismo lugar que hace 25 años.
-¿Le preocupa que este gobierno fracase y que el cambio vuelva a representarlo el kirchnerismo?
-Me preocupa que al Gobierno le vaya mal no por lo que pasa después, sino porque los que se perjudican son millones de argentinos. Por eso hemos acompañado la gran mayoría de las medidas, aun cuándo creo que se queda corto, creo, porque no veo una visión de desarrollo. Por otro lado, creo que el kirchnerismo no va más, cuestiono la demagogia, el desastre que hizo en la Argentina. Gobernaron 16 de los últimos 20 años, promovieron esta cosa de agredir al que piensa diferente, de defenestrar a la oposición. Por eso, cuando hablamos del cambio, yo creo que el cambio es el respeto, no querer seguir concentrando poder en el Presidente.
-O sea que la gestión de Milei tiene similitudes en las formas con el kirchnerismo?
-La agresión la está haciendo, no es opinable. Todos los días lo vemos. Acá pareciera que todo el que tuvo alguna experiencia en la política está mal y es atacado y agredido. Lo que antes era 678, que funcionaba como canal de agresión en el kirchnerismo, hoy es el Twitter del Presidente.
-¿Puede Patricia Bullrich representar al PRO siendo la ministra de Seguridad de Milei?
-Para mi lo que no se puede es, como dije antes, ir en contra de los valores originales del PRO, traicionarlos y no honrarlos. Que ella es parte del gobierno de Milei es un dato, no es una opinión. Es parte de esta iniciativa de la fusión con la Libertad Avanza con la que yo no estoy de acuerdo.
-¿Qué quedó de Juntos por el Cambio después de la experiencia electoral del año pasado?
-Ya no es una coalición electoral. Pero sí hay un grupo, que está bastante organizado y es muy potente, que es el de los gobernadores de Juntos por el Cambio. Ellos funcionan como un espacio, como un equipo, tienen muy buena sintonía y trabajan juntos.
-¿Se puede hablar ya de 2025 y cómo será el armado electoral?
-Falta mucho. Estamos en pleno comienzo de un gobierno nuevo. No es tiempo ni momento para pensar en eso, sobre todo en una situación tan compleja como la que atraviesa el país.
Un error en la campaña presidencial: «Me acerqué demasiado a la política y no a la gente»
Horacio Rodríguez Larreta bajó cinco cambios en relación a la velocidad con la que se movía el año pasado, en su doble función de jefe de Gobierno porteño y precandidato presidencial. Él lo nota, lo reconoce, y su familia lo agradece. Por primera vez en muchos años pudo irse de vacaciones y hasta tuvo tiempo para recuperar una pasión que había postergado: la lectura.
«Me faltan dos páginas para terminar Dignos de Ser Humanos, un libro que recomiendo porque plantea que, en esencia, el ser humano es bueno. Es algo que yo siempre creí: me he llevado pocas decepciones en la vida», comenta, mientras se prepara con expectativas para viajar a Harvard, donde a finales de abril va a estar disertando, compartiendo su experiencia en la gestión de la Ciudad durante ocho años.
Larreta asegura que atraviesa un proceso en el que intenta aprender de lo que le tocó vivir. La referencia alude especialmente a su experiencia como precandidato a la presidencia de la Nación. Dice que está en la búsqueda de una suerte de «equilibrio entre no flagelarme por los errores cometidos ni decir ‘hice todo bien, perdí porque cambió el contexto’».
En esa autocrítica bien profunda que hace, se cuestiona no haber «profundizado más en mi perfil, en mi experiencia de hacedor» durante la campaña. «Yo valoro la gestión, resolver problemas, soy alguien que busca resultados, un creyente de la función pública y de armar equipos. Hice de la cercanía un modo de vida y la vorágine de la campaña me alejó de la gente», analiza, mientras recuerda los café que compartió con vecinos de manera periódica mientras gestionó la Ciudad.
Allí, cree, radicó su principal error en la previa a las PASO que perdió con Patricia Bullrich. «Me acerqué demasiado a la política cuando debería haber mantenido mi actitud de acercarme a la gente», resume. No obstante, es claro en un punto: «Mis convicciones siguen siendo las mismas que en la campaña, no cambian por un resultado electoral». Y rescata como positivo que la experiencia lograda en la campaña lo ayudó a conocer mucho más la realidad de la Argentina.
Horacio Rodríguez Larreta. Foto: Maxi Failla.
Itinerario
Horacio Rodríguez Larreta tiene 58 años y tres hijas. Es licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires. Fue jefe de Gobierno de la Ciudad durante dos mandatos, de 2015 a 2023, y previamente se desempeñó como jefe de Gabinete porteño, de 2007 a 2015. En las últimas PASO nacionales, fue precandidato a presidente de la Nación por Juntos por el Cambio. Es uno de los socios fundadores del PRO, e integra el partido. Está en pareja con Milagros Maylin, ex secretaria de bienestar general porteña. Es fanático de Racing, club del que su padre fue presidente. Además, entre otros cargos públicos, fue presidente del Instituto de Previsión Social de la Provincia, con Carlos Ruckauf, e Interventor del PAMI durante la gestión de Fernando de la Rúa. Durante el mandato de Carlos Menem, fue subsecretario de Políticas Sociales y gerente de la ANSeS.
Al toque
Un desafío: Aprender y sacar cosas positivas de todo este proceso en mi carrera política.
Un sueño: Ser parte de la generación que haga que la Argentina salga adelante.
Un proyecto: El proyecto original del PRO, los valores con los que formamos el partido.
Un líder: Abraham Lincoln.
Un prócer: Dos. Más lejano, Domingo Faustino Sarmiento. Más cercano, Arturo Frondizi.
Un libro: Dignos de ser humanos, de Rutger Bregman.
Un placer: Una comida en familia.
Una sociedad que admire: La argentina, por su poder de resiliencia.
Un recuerdo de la infancia: Haber aprendido a leer mirando las formaciones de El Gráfico.
Una comida: Milanesas con puré, con un panqueque de dulce de leche de postre.
Una bebida: Un buen vino Malbec argentino.
Una película: La fiesta inolvidable.
Una serie: Alejandro Magno, la creación de un dios.