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El Gobierno evita descalificar a la CGT y mantiene una vía de negociación para frenar el paro

La negociación está abierta. Con esta premisa, a pesar de que admiten que “sorprendió” la convocatoria de la CGT a un paro general para el próximo 9 de mayo al día siguiente de que se retomara el diálogo institucional, el Gobierno confía en poder revertir la medida de fuerza. Tanto que la orden que partió desde la Casa Rosada hacia el Gabinete y al aparato comunicacional libertario fue criticarla decisión de los gremios pero mantener las formas y no desatar una cruzada personal «con nombre y apellido».

El primero en cumplir con la estrategia fue el presidente Javier Milei, quien en su última jornada en Estados Unidos se enfocó en la cumbre con el multimillonario Elon Musk y se corrió de opinar sobre los gremios. Tampoco se hizo eco de tuits con agravios hacia la cúpula de la central obrera, como sí ocurrió en otras ocasiones. Quienes hablaron con el mandatario en las últimas horas, confiaron a Clarín que lo escucharon “tranquilo” y convencido de mantenerse en una estrategia dialoguista: “No nos cambia nada, el plan se mantiene, ir o no a un paro es una decisión de ellos y que le tendrán que explicar a sus afiliados”, es la premisa que surge desde el entorno presidencial.

Se apoya, entre otras cuestiones, en el dato de algunas encuestas que tiene el Gobierno -y también vieron en la CGT- que da cuenta que el 70 por ciento de los argentinos rechaza un paro.

La estrategia de calmar las aguas fue un contraste con lo que se había escuchado el jueves, al menos fuera de micrófono. Es que la primera reacción oficial había sido cuestionar muy fuertemente el paro general. Acaso por el efecto sorpresa, desde el Gobierno hablaron de una “traición” de los sindicalistas y consideraron “extorsiva” la medida. «De la noche a la mañana cambiaron de opinión», reprochaban, en alusión al tono amable de la cumbre que habían mantenido en el Salón de los Escudos de Casa Rosada.

En algunos despachos oficiales se escuchaban fuertes insultos hacia los popes gremiales y advertían que el anuncio había roto definitivamente todos los puentes. «No se puede negociar con esta gente, es la fábula de la rana y el escorpión», graficó una alta fuente del Gobierno.

Sin embargo, nadie salió a ponerle voz públicamente porque los interlocutores del Gobierno todavía no tenían del todo claro lo que había ocurrido puertas adentro de la cumbre de la CGT.

Hay quienes adjudican a este replanteo la decisión del Gobierno de suspender la habitual conferencia de prensa del vocero presidencial, Manuel Adorni. La explicación que dieron no convenció: para que no se superpusiera con la cumbre que el Presidente mantuvo con Elon Musk en Austin, Texas, algo que no hubiera ocurrido: las primeras fotos empezaron a circular pasadas las 14, tres horas más tarde del horario en el que suele hablar el portavoz.

El asesor Santiago Caputo, que estuvo en la reunión con la CGT a pesar de que no fue incluido en el listado de presentes que circuló el Gobierno por su intención de mantener un extremo perfil bajo, dio la orden de no tensar más el vínculo y a quienes hablaran públicamente les encomendó “evitar descalificaciones” personales y enfocarse en “cuestionar el paro”. «No se ataca con nombre y apellido», fue el mensaje, confió un alto funcionario.

Así, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, quien tiene bajo su órbita al secretario de Trabajo, Julio Cordero, optó por no confrontar y guardó silencio. El resto del Gabinete contuvo las ganas de cruzar a Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano.

El que llevó la palabra oficial fue Guillermo Francos, quien recuperó el diálogo con la CGT en las últimas semanas, luego de que el vínculo se congelara cuando Milei avanzó con el mega DNU. Pese al desplante, el ministro del Interior insistió con su convocatoria al diálogo: «Nosotros vamos a conversar en estos días seguramente con ellos nuevamente para analizar las propuestas que nos han hecho otros sectores políticos», apuntó. No está claro si será en forma presencial ó telefónica.

Y hay optimismo en poder acercar posiciones. «La reforma (laboral) no contiene nada que les genere espanto. Si resolvemos el tema con Camioneros, los duros se quedan sin excusas y los más dialoguistas tienen forma de patear el paro», argumentan en el Gobierno.

«Nosotros queremos tener una relación constructiva con el sindicalismo», agregan.

Como contó Clarín, Caputo les transmitió en la reunión del miércoles a los sindicalistas que “no hay una decisión de tener un enfrentamiento ideológico ni intención de demonizar a los sindicatos”.

Con todo, en el Gobierno no le ponen fecha límite a la negociación con los gremios: «Hay tiempo, falta mucho. Ellos tampoco parecen estar muy apurados. Nuestra prioridad igual es avanzar con la reforma que presentamos en la Ley Bases y el proyecto que presentaron los radicales», plantearon desde el Gabinete.

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