La Construcción transita una situación que sólo tiene comparación con la crisis del 2001. Con la diferencia de que, entonces como venía de un nivel muy bajo, el cimbronazo de la caída fue más llevadero que ahora. Así describe, el estado de la actividad -un pilar para de la economía- Gustavo Weiss, presidente de la CAMARCO, la cámara que agrupa a las empresas del sector. Un dato que refleja la preocupación de los empresarios es que “hay muchas empresas complicadas en su continuidad, por el tamaño de sus endeudamientos. Nadie puede sobrevivir facturando cero”, señaló el empresario.
Weiss hizo un paneo sobre la actividad en una conferencia de prensa, en medio de la Convención que el sector realiza todos los años en la Rural. Antes de recibir -a las seis de la tarde- al ministro de Economía Luis Caputo, el dirigente se refirió a algunas cuestiones de la coyuntura que impactan en la actividad.
Una de ellas, es la deuda que mantiene el Estado con las empresas constructoras de $ 400.000 millones, correspondientes a los meses de septiembre, octubre y noviembre del año pasado. Hubo pagos esporádicos pero el grueso de esa suma, aún está pendiente y con riesgo de licuarse por la inflación. Se trata de unas 3.500 obras paralizadas, básicamente de rutas y viviendas. Por eso, insistió Weiss «lo primero que necesitan las empresas es que se les pague», resumió.
Al parate de la obra publica que decidió el gobierno de Javier Milei, y que impacta en la actividad económica en general, el sector suma así, el deterioro de sus arcas por las deudas. “Hablamos permanentemente con los funcionarios”, dice Weiss.
Sin embargo, por ahora no tienen respuestas. El ministro de Economía les explicó que primero está el ajuste fiscal. Con lo cual, el sector supone que tras varios periodos de superávit fiscal positivo,se abrirá el grifo para la Construcción. Tal vez por esa razón, Weiss insiste en que la cámara tiene “una buena relación con el Gobierno”, a pesar de todo.
Según el empresario, además la Ley Bases se aprobará más temprano que tarde y “a través de RIGI (Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones) puede venir inversión privada en Infraestructura”, se entusiasma. Pero la Argentina necesita, estabilidad macroeconómica, una baja de la inflación y mayor seguridad jurídica, dice Weiss como un mantra que repite la mayoría de los empresarios de todos los sectores.
De todos modos, “aún si el país cumpliera con estas condiciones, en el mundo, las inversiones privadas no superan el 15% de la inversión total. El resto lo hace siempre el Estado», comentó a modo de meta mensaje.
Entre las mayores preocupaciones del sector, por otra parte, figura la caída de los puestos de trabajo. Según el representante del gremio Gerardo Martínez, suman 130.000 los empleos directos perdidos respecto del año pasado como consecuencia de la caída de la actividad económica. Pero si se tiene en cuenta que, por cada empleo directo se genera uno indirecto, «el impacto potencial en el nivel de empleo es prácticamente el doble», según Weiss.
En la Argentina, la Construcción se sostiene básicamente por la obra privada grande, que traccionan los sectores del petróleo, la minería, la energía en general y los grandes edificios en las ciudades. Este segmento no está tan pendiente del ciclo económico. Luego, la construcción y refacción de viviendas, que agrupa a las obras chicas pero que, en conjunto, traccionan mucho al sector, hoy muy caído por la recesión, la suba de los precios de los materiales, entre otras cosas. Y la obra pública, actualmente paralizada por una decisión del Gobierno, dependiente en un 100% del resultado que tengan en los próximos meses, las cuentas públicas.