«Estaba viviendo con mi tía, que pensó que para casarme en mi pueblo primero tenía que someterme a una ablación y después ella elegía al hombre que le daba la gana. Yo quería esto. Eligió a un hombre que ya tenía tres mujeres. Yo sería la cuarta. Ya tenía muchísimos hijos, así que pensé que no era vida», cuenta Sire, una mujer de Guinea Conakry. Escapó y logró llegar a España. Ahora confiesa que, desde que salió de su país, su vida ha cambiado muchísimo. «He estudiado, he hecho todo lo que yo quería hacer por mí misma porque aquí nadie me ha forzado a nada. Todo lo que decido me pertenece a mí misma, no a otra persona. Es lo que deseo para todas las mujeres: que nos dejéis vivir y tormar nuestras propias decisiones y hacer lo que tengamos ganas de hacer«.
Marc, en cambio, escapó de Colombia. En su caso, fue tras sufrir violencia de género, por parte de la que entonces era su pareja, durante 20 años. «Una vez me intentó matar. Nos encerró a mis dos hijos y a mí. Un vecino nos auxilió, pero nunca me hicieron caso con las denuncias», asegura. Ni su familia ni las instituciones. «Desde que salí mi vida ha cambiado. Me valoro más estando aquí gracias a Dios, pues me estoy dando cuenta de que yo no tuve la cula: de que no soy culpable de todo lo que me pasó a pesar de todo lo que me hicieron cree».
En la actualidad, 55 millones de mujeres se han visto obligadas a huir de sus hogares. La ONG Accem, que en 2023 atendió a algo más de 25.000 usuarias en situación de vulnerabidad, recalca que las mujeres y las niñas se enfrentan discriminación y violencia todos los días sólo por el propio hecho de ser mujeres y por lo que ello representa socialmente. Huyen de matrimonios forzosos, de ser sometidas a la mutilación genital, a la violencia física y sexual, a ser utilizadas como armas en conflictos o a que se las explote en redes de trata. También escapan de la discriminación y la vulneración grave a sus derechos.Trabajo psicológicoSusana Larios Cabrera, técnica de Accem en Sevilla, explica que muchos de estos relatos aparecen con el tiempo, cuando las compañeras psicólogas empiezan a indagar en los motivos que les ha llevado a escapar de sus países. «A veces, huyen de conflictos armados, pero es en el momento que los equipos multidisciplinares trabajan con ellas cuando salen a la luz estos episodios», relata.A partir de ahí, explica, trabajan con mucha asistencia psicológica, acompañamiento, aprendizaje del idioma, la posibilidad de homologar una titulación, la búsqueda de empleo o el ajuste de las expectativas: «Al final, lo que se busca es que puedan reconstuir sus vidas con igualdad de derechos y oportunidades».Piden vías legales y segurasAhora, denuncian que no todas las personas con esa situación opten a las mismas posibilidades. «O quedan en sus países y continúan conviviendo con esa violencia, o se tienen que enfrentar a recorrer esos caminos y trayectos migratorios con rutas muy peligrosas y un alto porcentaje de volver a sufrirla, especialmente violencia sexual», indica Larios. Sobre todo entre las que llegan de países africanos.Porque el problema es que, pese a su situación, tanto Accem como otras oenegés recuerdan que no existen «vías legales y seguras» para que todas estas personas «no tengan que jugarse la vida» para llegar al territorio español y europeo». Resaltan, además, que «muchas de ellas son potenciales solicitantes de protección internacional, como queda reflejado en las estadísticas».Futuro Pacto Europeo de MigraciónPor eso, defienden que «en el marco establecido del Pacto Europeo de Migración y Asilo deberían estar recogidas estas vías legales y seguras de acceso, para que los países pudieran implementar este tipo de normas que recogieran dichas casuísticas». Decenas de organizaciones de la sociedad civil criticaron el acuerdo alcanzado por el Consejo y el Parlamento Europeo el pasado mes de diciembre. Entienden que esta reforma migratoria, que prevé controles más estrictos en la llegada de migrantes a la Unión Europea o centros cerrados cerca de las fronteras exteriores para expulsar más rápidamente a quienes no tengan derecho a asilo, supone «un retroceso para los derechos y garantías de las personas refugiadas y migrantes».Este pasado jueves, Save The Children recordaba que todos los territorios fronterizos son contexto fértil para que se den situaciones de explotación o trata, debido a la vulnerabilidad de los migrantes frente a personas que pueden querer aprovecharse y lucrarse. En este sentido, piden que la nueva ley de trata, anunciada por el Gobierno, tenga un enfoque de infancia en ella.»La protección internacional es una de las formas de protección para cualquier víctima de trata, no solo mujeres y no solo situaciones de explotación sexual. Una futura ley de trata integral debería prever la protección internacional como una de las formas de protección de las víctimas de trata«, indica Teresa de Gasperis, responsable de Trata e Infancia de Accem. «Además, -añade- la ley de asilo hace referencia a las víctimas de trata como grupos vulnerables, junto a menores no acompañados, personas mayores o víctimas de torturas». Por eso, concluye, «estos colectivos tienen que recibir un tratamiento diferenciado en términos de procedimientos y condiciones de acogida».